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  • Fundación La Casa Común

La violencia contra la mujer y de género: violencia machista: una estructura a derribar

Por Valeska Naranjo, Paula Lopehandia y Caroline Koch




La violencia contra la mujer y de género: violencia machista: una estructura a derribar Se ha definido internacionalmente el 25 de noviembre como el día de la eliminación de la violencia contra la mujer, en conmemoración a la fecha del brutal asesinato de las activistas políticas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal durante la feroz dictadura de Rafael Trujillo en la década del 60 en República Dominicana. Si bien la fecha inició a conmemorarse desde principios de los 80, no fue hasta el año 2000 que la ONU acogió la solicitud de oficializar la efeméride y solicitar a los gobiernos del mundo darle visibilidad. Si bien se ha avanzado en los últimos años en las políticas públicas que deben velar por la erradicación de esta violencia, nos vemos constantemente enfrentadas a la violencia machista que ve a la mujer como propiedad o como objeto al que se puede maltratar, golpear, violar o incluso, matar. De acuerdo con el registro actualizado de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, llevamos este año 48 femicidios que dan cuenta de la gravedad de esta situación y lamentablemente, el gobierno de Sebastián Piñera, a través del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, ha sido débil en plantear caminos de acción concretos en esta materia. En algunos grupos o sectores, probablemente en las clases acomodadas, con mejor acceso a facilidades económicas y culturales, tal vez se dirá que estas son prácticas en retirada, a pesar de la evidencia de las cifras. El fenómeno de la violencia contra la mujer es un fenómeno transversal e interseccional, que se ve fuertemente impactado ante elementos raciales, étnicos, económicos y sociales que aumentan la cifra y legitiman la violencia sobre las mujeres y géneros no binarios. La violencia en jóvenes también se mantiene y crece, a pesar de los esfuerzos institucionalizados de propaganda, creación de políticas públicas y despliegue de discursos en contra de esta. Entonces, si la evidencia es clara y los esfuerzos apuntan en la misma dirección, ¿dónde está el problema? Como tantos aspectos de la cultura, invisible y naturalizada, se mantiene un conservador orden de las cosas, que permite la violencia contra las mujeres, dentro y fuera del espacio íntimo y doméstico, y que está arraigada en la profundidad de la no consideración de nuestra igualdad y respeto como ser humano. Esta violencia se ha hecho parte de la cotidianeidad, la vemos en el miedo que acecha a adolescentes y adultas al salir a la calle, la vemos en las formas de la construcción de la masculinidad, en la degradación de la voz de las mujeres al lado de los hombres y en tantos y diversos espacios de la vida. Necesitamos, como sociedad, reconocer y enfrentar la desvalorización y el menosprecio para iniciar el derribamiento de estas desigualdades que promueven la violencia y la muerte a las mujeres en el mundo. Necesitamos, con urgencia, que el gobierno abra los ojos ante la realidad evidente y posicione la violencia de género como un tema fundamental, en lugar de validar el trabajo de una ministra que no están a la altura de las necesidades actuales. No +




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