Por Francisco Contreras, Gestor de contenido y coordinador de proyectos La Casa Común.
Ante los horribles hechos ocurridos en el último tiempo, la corrupción, los abusos y privilegios, volvió el debate: ¿Qué hacemos con Carabineros? Si bien hoy se cumplen 31 años desde el retorno a la democracia, vale la pena tratar una de sus grandes deudas. Durante décadas hemos conocido de los excesos de poder de esta institución, dentro y fuera de ella pero lo sucedido en los últimos años deja más en claro aún que se necesita un cambio relevante y transversal en la organización.
Afortunadamente a estas alturas, se observa un consenso general de, al menos, una reforma a Carabineros. Sin embargo, también se puede recalcar que cada vez que, por ejemplo, hay abusos de poder que quedan impunes, es preciso una reformulación radical o refundación. En otras palabras, acabar con Carabineros como los conocemos hoy en día.
Se pueden disponer de 5 principales razones (o dimensiones) para justificar una reformulación profunda a Carabineros.
I) Violaciones a los derechos humanos: en elevado número especialmente desde el 18 de octubre.
II) Sistema de privilegios e impunidad: derechos sólo para ellos y protección cuando fallan en sus deberes.
III) Crisis de legitimidad: pérdida de credibilidad y confianza en amplios sectores de la población. Esto, por ejemplo, por los casos de corrupción y abuso.
IV) Falta de control civil: excesiva autonomía y escasa rendición de cuentas respecto del poder civil. El gran legado que les dejó la dictadura.
V) Crisis de desempeño: falta de capacidad profesional para cumplir eficazmente sus funciones de prevención, investigación y control del orden público.
Entonces, si existe más menos un consenso de reformar, reformular o refundar ¿Hacia dónde mirar? Una de las orientaciones más atractivas, es avanzar hacia un modelo de policía democrática, que tenga como base resguardar el bien común garantizando los derechos de las personas. El principal desafío de este modelo es prestar un servicio de manera justa y efectiva ante el delito, generando legitimidad social y apegada a la legalidad, contribuyendo a la cohesión social y no atentando contra ella.
Además, dada la intensidad de la crisis, se ha recomedado generar un plan de intervención civil y temporal a Carabineros, con el objeto de “desescalar conflictos en vez de escalarlos” que es lo que está sucediendo ahora. Esto, quiere decir que el Estado o un grupo encomendado por éste intervenga la institución para realizar las modificaciones que estime para transformar Carabineros, lo que "sacaría" de la discusión a los propios policías. Hay otras visiones que critican esto por su alto riesgo de un alzamiento o motín y que lo mejor sería modificar con ellos en vez de sin ellos. Todo esto es parte del debate que hay que seguir impulsando.
Así, expertos como Lucía Dammert proponen pisos mínimos para avanzar en base a estas orientaciones democráticas:
-Mayor gobierno civil, es decir, urgen niveles de autonomía mucho más bajos de los que Carabineros tiene hoy.
-Transparencia y corresponsabilidad.
-Reducir al mínimo los niveles de impunidad.
-Mejor organización interna: terminar con los policías de primera y segunda categoría.
De esta forma, se va configurando el debate: ¿reforma, modernización o refundación? ¿qué hay de lo símbolico? ¿cómo minimizar los riesgos de una transformación importante? Para ello, precisamos poner este tema en tabla porque lo importante ya no sólo es el por qué, cada vez más claro, sino el cómo. Porque Chile no merece esta policía.
Referencias:
-Lucía Dammert y Mauricio Duce (2019), Espacio Público en Propuestas para iniciar un proceso de reforma a Carabineros de Chile.
-ACNUDH (2019) en Informe sobre la misión a CHILE.
-Eduardo Vergara (2019), El Desconcierto en “Chile 21 propone un plan de intervención civil a Carabineros que permita “gobernabilidad compartida”
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